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Sin muchos cambios con el SLK
Hay pocas cosas que hayan cambiado entre el anterior SLK, que su tercera generación apareció en 2011, y el actual SLC, por lo que puede verse algo atrasado en términos de funcionalidad frente a rivales como el Audi TT o el Porsche 718 Boxster. Una cosa que le da este aspecto es el teclado alfanumérico situado en la consola central, que es algo que ya no aparece en los habitáculos de otros Mercedes-Benz más modernos.
La calidad de los materiales no decae para nada y, de cara a esta revisión, cuenta con un volante nuevo, además de actualizarse el sistema Command, que incluye el navegador en la pantalla táctil del coche. Al contrario que otros modelos de Mercedes-Benz, la pantalla está integrada dentro de la consola en lugar de estar apoyada en el salpicadero por encima de la consola central.
En los dos asientos que tiene el Clase SLC hay espacio para dos pasajeros adultos, tanto para que puedan estirar las piernas como para que puedan tener la cabeza bien alta, además de tener sitio para los codos. En general el espacio es mayor que en el Porsche 718 Boxster, lo cual es un punto a su favor, aunque no deja de ser un habitáculo estrecho puesto que es un coche compacto.
El Clase SLC cuenta con 225 litros cúbicos detrás de las plazas traseras, limitado por la capota desplegable ya que es necesario hacer hueco para cuando se quiera ir sin el techo por encima de la cabeza. Supera a otros descapotables como el BMW Z4 (180 litros) o el Mazda MX-5 (130 litros), pero su máximo rival, el Porsche 718 Boxster, es capaz de ofrecer hasta 280 litros ya que el 718 Boxster tiene una parte trasera con una longitud mayor.