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Motores de seis, ocho y doce cilindros
La gama de motores del BMW Serie 7 es extensa y está formada por bloques diésel y de gasolina de seis, ocho y doce cilindros, con potencias que oscilan entre los 265 y 530 caballos. Más adelante, llegará la variante más potente de gasolina, el 760Li, con 585 caballos y motor V12, y una híbrida enchufable. Todas llevan un cambio automático Steptronic de ocho relaciones y convertidor de par y tracción trasera o total, según la motorización.
La gama de gasolina queda representada por el 740i, de seis cilindros en línea de 3.0 litros que entrega 340 caballos y un consumo medio de 8,3 litros y 188 gr/km de emisiones de CO2. Le sigue el 750i xDrive, con motor V8 4.4 de 530 caballos. Declara un consumo mixto de 10,6 litros y unas emisiones de 241 gr/km.
En la oferta diésel encontramos el 730d, opcionalmente, con tracción total xDrive. Tiene un bloque de seis cilindros en línea y 3.0 litros, que desarrolla 265 caballos. El consumo oscla entre los 6,2 y 6,6 litros y las emisiones se mueven entre los 160 y 172 gr/km. En segundo lugar, el 740d xDrive, con el mismo bloque pero con 320 caballos, que anuncia un gasto medio de 6,8 litros y unas emisiones de 176 gr/km. Finalmente, el 750d xDrive, también de 3.0 litros y seis cilindros pero sobrealimentado por cuatro turbos que eleva la potencia hasta los 400 caballos. Homologa un consumo medio de 7,1 litros y 186 gr/km de emisiones de CO2.
La versión híbrida enchufable es el 745e y está disponible con tracción trasera o total. Está compuesta por un motor de gasolina de 3.0 litros y otro eléctrico que entrega una potencia conjunta de 394 caballos. Incluye una batería de iones de litio de 12 kWh que le permite una autonomía de 58 kilómetros, en la versión de batalla corta y 50 en la de batalla larga.
Como se espera en una berlina de lujo de este tipo, el nivel de confort del BMW Serie 7 es muy elevado, por el excelente aislamiento acústico, que ha sido mejorado añadiendo material fonoabsorbente en diferentes zonas del chasis y la posibilidad de incorporar cristales laminados más gruesos. Y también por el buen hacer de las suspensiones neumáticas, que hace que parezca que viajamos en una alfombra voladora.
Sin embargo, no deja de ser un BMW y se siente el ADN de la marca bávara. Si se quiere, la conducción puede tener un tacto más deportivo, algo que lo diferencia de sus rivales directos. Opcionalmente, puede equipar un eje trasero direccional, que le proporciona mayor agilidad y la sensación de estar conduciendo un vehículo más pequeño, y unas barras estabilizadoras activas, que controla los balanceos y permite un paso muy plano por curva.