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Muchos expertos coinciden en que para poder afrontar todas las necesidades que debe soportar un monovolumen como el Sharan, se ha de acceder a los motores que parten de 150 CV de potencia, aunque todo depende del uso que vaya a hacer del mismo cada uno. Según explica Autobild en su prueba, el motor que más se vende del Sharan es el TDI de 184 CV. Por lo general, todos los propulsores se caracterizan por moverse con mucha soltura a cualquier régimen y ofrecer unos consumos bastante competitivos en compración con sus principales rivales.
Si circulas por autopista y en torno a los 120 km/h, no percibirás apenas ruidos ni vibraciones procedentes del motor. Si decides buscarle más las cosquillas, te encontrarás con alguna vibración extra que puede llegar a molestarte, aunque para ello deberás exprimir el motor al máximo. Su comportamiento en curva cerrada sorprende, ya que teniendo en cuenta su peso, transmite bastante confianza a la hora de acometer los virajes. Otros vehículos de este segmento suelen dar más avisos, o más bien sustos, cuando decides llevarlos al límite, cosa que no sucede con el Sharan.
La variedad es la nota predominante en las motorizaciones del Volkswagen Sharan, ya sean propulsores de gasolina o diésel. Cualquiera de las opciones que ofrece la fábrica alemana son recomendables, aunque es cierto que el motor diésel de menos potencia puede quedarse corto para aquellos usuarios que quieran tener en el Sharan un coche para realizar viajes de larga duración y a plena carga. El resto de variantes responden a la perfección y se antojan suficientes para un uso equilibrado de este vehículo, aunque siempre hay gustos y cuestiones subjetivas que pueden marcar la diferencia entre uno u otro motor.
La gama de motores gasolina del Sharan se compone de dos propulsores bastante diferentes entre sí, tanto que uno de ellos sólo está disponible en el acabado Sport. Para el resto de versiones la opción que se puede equipar es el 1.4 TSI de 150 CV, una potencia razonable y con la que dificílmente hará falta más empuje a menos que se realice una conducción extremedamente deportiva. El consumo medio estimado para este motor es de 6,5 litros cada 100 kilómetros. Para poder equipar el cambio DSG sobre este propulsor, habrá que adquirir el acabado intermedio.
Por otro lado, y dentro de la terminación tope de gama, se puede acceder al 2.0 TSI de 220 CV. Solamente está disponible con caja de cambios automática y su consumo de combustible se cifra en 7,3 litros. Mucho empuje a cualquier régimen y pensado para aquellos conductores que, además de espacio y funcionalidad, buscan sensaciones al volante.
Si la variedad de opciones en los motores gasolina llama la atención, aún más lo hace en los diésel, aunque no precisamente porque se trate de motores diferentes. Todos forman parte del bloque 2.0 TDI, aunque con tres opciones de potencia. La primera, de 115 CV, forma parte del acabado básico de la gama y busca atraer a los bolsillos más exigentes, aunque esto también supone una merma en las prestaciones de todo el conjunto. El consumo es de 5 litros a los 100 kilómetros, cifra bastante contenida.
Por otro lado, también existe la opción de acceder a otras dos potencias superiores de 150 y 184 CV respectivamente. En ambos casos se puede optar entre una caja de cambios manual o el sistema automático DSG del grupo VW. Los consumos de combustible en estos casos oscilan entre los 5,2 y los 5,6 litros.