Una mecánica diésel y otra de gasolina
El Subaru Outback es un turismo familiar muy agradable de conducir, porque tiene unas suspensiones blandas que absorben muy bien las irregularidades de la carretera y permiten viajar con absoluto confort sin que los pasajeros noten apenas el paso de los kilómetros. A esto ayuda también el alto nivel de insonorización que permite un elevado confort acústico.
Las suspensiones blandas, en cambio, hacen que el Outback adolezca un comportamiento más torpe en carreteras más reviradas, donde las inercias de la carrocería se dejan notar con mucha facilidad. En cualquier caso, no se trata de un vehículo con el que circular rápido, sino más bien para viajar relajado y tranquilo.
Por otro lado, una peculiaridad del Subaru Outback, como en el resto de la gama del fabricante japonés, son sus motores de 4 cilindros colocados en posición bóxer, una disposición nada habitual en este tipo de vehículos. A nivel de funcionamiento, no presenta ninguna ventaja respecto a un propulsor con los cilindros colocados en línea, pero sí permite reducir el centro de gravedad, al estar situado más abajo en el vano motor.
El motor diésel del Subaru Outback empieza a responder a partir de las 1.600 vueltas, momento a partir del cual, entre sus 350 Nm de par, pero la entrega de potencia la hacer de manera muy progresiva. Lo mismo ocurre con el motor de gasolina, aunque en este caso, es más comprensible, ya que se trata de un atmosférico. Esto, en parte, se debe también al cambio automático Lineartronic de tipo variador continuo, que la marca denomina Lineartronic, cuyo funcionamiento también es peculiar.
Esta transmisión automática no tiene relaciones propiamente dichas, pero, al accionar el modo secuencial, la sensación es la de un cambio de seis relaciones. Su funcionamiento es muy suave, aunque un poco lento en modo manual. Sin embargo, no favorece al consumo. En conducción real, es fácil superar los 7 litros en la versión diésel.
Equipado con el cambio automático, el Subaru Outback incluye un sistema de tracción llamado X-Mode que actúa sobre el control de tracción, para mejorar la adherencia en superficies deslizantes. Este sistema dispone también de un control de descensos que se activa cuando lo requiere. Estas ayudas a la conducción, unidas a la tracción a las cuatro ruedas de serie, a los 20 centímetros de altura libre al suelo y a las suspensiones blandas hacen que el familiar de Subaru sea un vehículo muy apropiado para circular por el campo y superficies forestales.
El Subaru Outback está disponible con dos motores, uno de gasolina de 175 caballos y otro diésel de 150 caballos. La potencia se transmite a las cuatro ruedas, de manera permanente, mediante una caja de cambio automática Lineartronic de tipo variador continuo.
En este caso, se trata de un bloque 2.5i atmosférico, de 4 cilindros bóxer, que desarrolla 175 caballos y un par máximo de 235 Nm a 4.000 vueltas. Alcanza una velocidad máxima de 198 km/h, alcanza los 100 km/h en 10’2 segundos y declara un consumo medio de 7 litros.
En la oferta diésel, Subaru ofrece un motor 2.0 TD, de 4 cilindros bóxer, con 150 caballos y 350 Nm entre las 1.600 y 2.800 revoluciones. Alcanza una velocidad máxima de 200 km/h, acelera de 0 a 100 km/h en 9’7 segundos y homologa un consumo mixto de 5’6 litros.