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Algún diésel más no estaría mal
Seat entiende muy bien que, utilizando los motores y el chasis del Seat Ibiza, para que el Toledo ofrezca el suficiente aplomo al volante hay que reforzar las suspensiones y eso es exactamente lo que sucede cuando comienzas a acumular kilómetros con este coche. Es una berlina para hacer viajes de manera confortable y sin exigir demasiado a la mecánica, es decir, de cruceros de 120-130 km/h y por tramos que en su mayoría sean de autopista. Haciendo todo esto se consigue que los consumos sean cortísimos y que por tanto su uso en largos desplazamientos esté más que justificado. La dirección es bastante precisa y el comportamiento del chasis muy racional, en la línea de lo que esperas con un vehículo tan sumamente sensato.
En contrapartida, las sensaciones. Cuando las curvas cerradas se suceden o te introduces en una carretera de montaña sientes que la carrocería no se balancea apenas pero tampoco consigues apurar los virajes como te gustaría. Sin embargo, el último objetivo del Seat Toledo es convencer a conductores jóvenes, dinámicos o pasionales, sino todo lo contrario, a un público más lógico y que le resulte indiferente el utilitarismo que inunda la conducción de esta berlina a medio camino entre los segmentos B y C.
La gama de motores del Seat Toledo se ha renovado en la versión de 2015, con propulsores más potentes y también más eficientes tanto a nivel de emisiones como en consumo de combustible. La oferta que ofrece la firma española para el Toledo consta de tres propulsores gasolina y un diésel. El comportamiento de todos ellos es bastante correcto y se asemeja al cometido que tiene una berlina económica como el Seat Toledo.
Bastante variada y con mucho recorrido, así es como se define la familia de motores gasolina presentes en el Toledo. Para empezar está el 1.2 TSI que genera dos escalas de potencia: 90 y 110 CV. Ambos ganan algo más de potencia en relación a la anterior versión -del 2012-. La mecánica más potente es para el 1.4 TSI de 125 CV y que solamente se vende como cambio automático DSG. La mayoría de la prensa especializada coincide en que este propulsor es el que mejor le sienta al chasis y a la arquitectura del Seat Toledo. En materia de consumos, sorprenden sus bajos números, que se mueven en cifras en torno a los 4,8 litros cada 100 kilómetros.
En la opción del gasóleo, Seat lo fía todo al 1.6 TDI de 115 CV, que también puede equiparse con cambio automático. Aunque se ofrece en todos los acabados, quizás estaría bien tener alguna alternativa más dentro de este área, aunque sólo fuese para comparar el rendimiento entre ambos. Por otro lado, hay que decir que el comportamiento de este único bloque es muy bueno y los consumos ofrecidos por Seat lo dejan en menos de 4 litros a los 100, una cifra que, según Autobild, confirma que es un coche que gasta muy poco.