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Diésel, gasolina y una variante con asistencia híbrida
El Renault Grand Scenic es un monovolumen y eso queda plasmado a la hora de conducirlo. Es un coche, ante todo, cómodo y pensado para que los viajes sean placenteros. A eso ayuda el tarado de las suspensiones, que tiran a blandas, aunque muestran un comportamiento lo suficientemente firme como para que la carrocería, a pesar de su tamaño, no manifieste demasiados movimientos. No obstante, cuando se pisan terrenos irregulares, los balanceos hacen acto de presencia. El sistema Multi-Sense de Renault nos permite configurar el comportamiento del coche a nuestro gusto, con cuatro modos de conducción: Normal, Eco, Confort y Sport. Pero, incluso en modo Sport, el monovolumen francés muestra un claro compromiso por ofrecer un alto grado de comodidad de marcha, lejos de una conducción deportiva.
El motor idóneo para este coche es el 1.6 DCI de 130 caballos. Es un motor que representa el equilibrio perfecto entre las prestaciones que necesita un vehículo de este tipo y consumos, bastante contenidos. Incluso cuando se viaja cargado de equipaje y ocupantes, el motor responde correctamente. El bloque de 110 caballo se queda corto para un coche de este tamaño, especialmente cuando se viaje cargado, mientas que el de 160 caballos mueve con mucha soltura al Grand Scenic pero se muestra poco contundente a bajas revoluciones. Esta última mecánica, la de 160 caballos, va asociada de serie con un cambio automático de doble embrague de seis relaciones. En los demás casos, se puede elegir entre un cambio manual o automático, siempre de seis marchas. Ambos ofrecen un comportamiento correcto, aunque el automático es un poco lento a la hora de reducir. Con el manual es posible aprovechar mejor las posibilidades de los motores.
El Renault Gran Scenic está disponible con una oferta de motores muy completa para todo tipo de necesidades. Además de las dos opciones de gasolina, de 115 y 130 caballos, y de tres mecánicas diésel, de 110, 131 y 160 caballos, próximamente llegará una versión Hybrid Assist, compuesta por un motor diésel de 110 caballos y un generador eléctrico que trabaja para ayudar al motor de combustión, recuperando energía en fases de frenada y apoyando al motor en fases de aceleración, pero no funciona como los motores híbridos convencionales, ni puede mover por sí solo el coche.
En primer lugar, tenemos el 1.2 Energy TCe turbo de 4 cilindros y 115 caballos que empuja al Grand Scenic de 0 a 100km/h en 13 segundos y declara un consumo mixto de 6’1 litros. Por último, el mismo bloque 1.2 TCe pero con 131 caballos que, a pesar del incremento de potencia, no varía el consumo medio, estableciéndose en 6’1 litros a los 100 km. Sí mejora las prestaciones y consigue ahacer el 0 a 100 km/h en 11’9.
En la variante de gasóleo, tenemos el motor de acceso 1.6 DCI turbodiésel de 110 caballos, que necesita 12’4 segundos para alcanzar los 100 km/h desde parado y declara un consumo en ciclo combinado de sólo 4 litros. En el segundo escalón, encontramos el 1.6 DCI de 131 caballos, con una aceleración de o0 a 100 km/h en 11’4 segundos y un gasto medio de combustible de 4’6 litros. Por último, el 1.6 DCI elevado a los 160 caballos, que mejora notablemente las prestaciones, al acelerar de 0 a 100 km/h en 10’7 segundos y ofrecer un consumo medio homologado de 4’7 litros.