Renault es la marca que inventó, allá por los ochenta, la categoría de los monovolúmenes, con el Espace. Más adelante, en los años noventa, creó la de los monovolúmenes compactos con el Scenic, que completó con el Renault Grand Scenic después, para ofrecer la opción de 7 plazas. Así que puede decirse que es la marca que mejor sabe interpretar este concepto de coche y las necesidades de las familias en cada momento. Ahora, ha dado una vuelta más de tuerca, crean un monovolumen con un ligero aspecto de gran Crossover. Eso no quiere decir que el Grand Scenic sea un todoterreno, ni mucho menos, aunque sus 16 centímetros de altura al suelo le permiten maniobrar mejor en terrenos más irregulares.
Es un coche perfecto para quien quiere viajar cómodamente con la familia y con todo tipo de equipaje a cualquier destino que se proponga. El confort a bordo está garantizado, gracias a un habitáculo amplio, unos asientos cómodos, una buena insonorización del interior y unos motores que mueven perfectamente al Grand Scenic, sin lujo en las prestaciones, pero tampoco se busca en este caso una conducción dinámica. El bloque diésel de 130 caballos se antoja el más idóneo por su compromiso entre prestaciones y consumos.