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El híbrido más potente de Toyota
Lo primero que uno nota cuando conduce el Toyota RAV-4 Hybrid es que no hay mucho par motor y empuje del motor de gasolina – fruto de utilizar el ciclo de Atkinson – para lo cual entra en juego el motor eléctrico del tren delantero. El coche decide de manera automática, a través de la caja de cambios automática CVT, si ha de utilizar el motor eléctrico o el de gasolina, por lo que no hace falta preocuparse ni darle a ningún botón para ello.
La suspensión tampoco ha sido hecha para la ciudad, aunque tampoco tiene unos amortiguadores muy duros – de hecho, a la hora de tomar curvas presenta un balanceo algo acusado. Lo que sí consigue es ser un coche robusto y duro: equipado con neumáticos Kumho, socio técnico de Toyota, por mucho que se llegó a atacar a la hora de probar el coche apenas presentaba síntomas de fatiga, incluso las propias gomas estaban en perfecto estado.
Como todo coche híbrido, además penalizado por sus 1.775 kilogramos en vacío, en cuanto se pisa un poco el acelerador depende del motor de gasolina, el cual no ofrece toda la fuerza que tiene el 2.5 habitual del RAV-4. Es un vehículo para circular, no para correr, y si se usa en estas condiciones el consumo se mantendrá en unas buenas cifras – ahora bien, hay que tener cuidado cuando se afrontan cuestas empinadas o travesías con desniveles en general, pues ahí el consumo puede elevarse.
El motor de gasolina 2AR-FXE es el mismo que montan el Camry Hybrid, Avalon Hybrid, Harrier Hybrid, el Alphard Hybrid y los Lexus ES 300h y NX 300h (el cual comparte la estructura y la batalla del RAV-4, siendo primos hermanos en la práctica). En el caso del RAV-4 el sistema híbrido produce 194 caballos de potencia, llevando la potencia del motor de gasolina al eje delantero y la del segundo motor eléctrico al trasero para crear un sistema de tracción a las cuatro ruedas.
Es cierto que la cifra de consumo mejora con respecto al gasolina normal (pues con la CVT el consumo del 2.5 convencional puede dispararse) y que el 0 a 100 lo logra en 8,4 segundos (1,2 más rápido que el diesel según el medio Top Gear), manteniendo un nivel de emisiones similar a los motores de gasoil. Se trata de un sistema de propulsión que está hecho para circular, no para correr – y de hecho el nivel de ruido en el interior es mínimo en esos casos, dando una sensación de confort a los pasajeros tanto delante como detrás.
Hasta el momento es el sistema híbrido de producción más potente que Toyota ha lanzado al mercado, superando incluso al C-HR que empezó a llegar a los concesionarios durante la segunda mitad de 2016. Cabe destacar que en algunas versiones del coche, en concreto la Business Edition Plus, el segundo motor eléctrico no está disponible, por lo que el coche es un tracción delantera en este caso.