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Un único propulsor más eficiente
La respuesta del Toyota Land Cruiser no decepciona en absoluto, no en vano se trata de uno de los todoterrenos más longevos del mundo y el conocimiento que tiene Toyota sobe este tipo de coches se deja notar en las prestaciones de la última versión. Sus cualidades off-road son sobresalientes gracias a los múltiples sistemas que incorpora que hacen de la conducción por terrenos agrestes un trámite muy fácil de asumir. Este el caso del sistema de suspensión KDSS, el diferencial trasero bloquable o el Crawl System, entre otros gadgets que profundizan las cualidades off-road del Land Cruiser.
En cuanto a las prestaciones en carretera, lo cierto es que el motor turbodiésel de 177 CV es muy buena a cualquier régimen. Como todocamino es, su principal punto débil es la parte inicial del cuentavueltas, donde le cuesta llegar a cruceros más elevados. Una vez llegado a ese punto, no se percibe ningún ruido ni vibración en el interior. Pese a que se puede equipar con suspensión adaptativa, se echa de menos algo más de estabilidad en los virajes cerrados, donde el coche cede más de la cuenta.
La gama de motores del Toyota Land Cruiser no tiene mucho misterio por el simple hecho de que solamente se comercializa una única especificación que puede ir asociada a una caja de cambios manual o automática -accediendo a los acabados superiores-. Se trata de un propulsor que cambia bastante su comportamiento respecto a la evolución anterior, siendo más eficiente y reduciendo tanto sus ruidos como el consumo de combustible.
Mientras que el anterior bloque era de 3.0 litros, el nuevo motor diésel del Toyota Land Cruiser reduce mínimamente su cubicaje para presentar una nueva especificación 2.8 D4-D. En esencia es el mismo motor que el anterior, pero este ha sido reformado para ofrecer un rendimiento más uniforme y eficiente a cualquier régimen. Los materiales también han cambiado, apostando por la utilización del aluminio en elementos tan importantes como la culata. La potencia también se ve disminuida de 190 a 177 CV, aunque eso es algo que apenas notarás gracias al buen comportamiento que tiene su caja de cambios, especialmente la versión que equipa el sistema automático. Este es adaptable, lo cual quiere decir que reconoce nuestro tipo de conducción para mejorar así los consumos, que según Toyota están en unos 7,4 litros cada 100 kilómetros.