Mejoras de calidad
Con respecto a versiones anteriores del Outlander, en el interior del modelo actual (que además fue renovado en 2016) se pueden encontrar materiales de mejor calidad, empezando por la tapicería y por los asientos en sí, más cómodos que los que llevaba antes. Aparte de eso, la forma en la que se organizan los controles es más bien normal, con la pantalla táctil, el cuadro de mandos, los botones de la consola central en un sitio normal.
Mientras que el Montero cuenta con dos palancas de cambio (una normal y otra para cambiar el modo de funcionamiento de la tracción a las cuatro ruedas), el Outlander cuenta con una sola palanca. Lejos de colocar el sistema de infoentretenimiento y multimedia (el mismo sistema que tan buenos resultados ha dado en el ASX), Mitsubishi ha puesto el sistema por encima de la consola central en una pantalla de tamaño medio. El volante es más agradable al tacto que antes.
Es complicado imaginar que se puedan tener problemas de acceso o de espacio en el interior de un coche de estas características, más aún cuando solo se vende en configuración de cinco puertas (en lugar del Montero que tiene disponible carrocería de tres puertas). Hay espacio para siete pasajeros (quizás la tercera fila es la que sufre más), destacándose además el espacio para las cabezas gracias a que el techo no baja en curva como pasa por ejemplo con el GLC Coupé de Mercedes-Benz.
El Outlander cuenta con un maletero de 550 litros cúbicos en configuración de cinco plazas mientras que con siete plazas el espacio se reduce hasta 145 litros. Para un crossover medio no son malas cifras, pues se coloca por encima del Volvo XC60 (505 litros), el BMW X4 (500 litros) o el Alfa Romeo Stelvio (525 litros). Ahora bien, hay otros, y de tamaño similar, que se colocan por encima: el ejemplo claro es el Skoda Kodiaq con 720 litros.