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Una oferta de motores infinita
El Jeep Renegade es un vehículo que se desenvuelve muy bien en entornos urbanos, gracias a su tamaño compacto (4’23 metros de largo) y a una posición elevada de conducción que permite manejar bien todos los ángulos del coche. Su tacto de conducción es bueno y tiene unas suspensiones cómodas que filtran muy bien los baches. Lo que no es tan positivo es la insonorización del habitáculo. En autovía se deja sentir el viento y la rumorosidad de los motores diésel se percibe bastante, así como las vibraciones. Esto no ocurre tanto, por ejemplo, en un Fiat Tipo, que monta el mismo 1.6 MultiJet de 120 caballos que el Renegade.
Opcionalmente, con el motor 2.0 MultiJet de 140 caballos y de serie, con el de 170 caballos, monta un cambio automático de nueve relaciones de tipo convertidor de par, cuyo funcionamiento es muy suave, pero resulta algo lento cuando se circula en ciudad y un poco torpe cuando se activa el modo manual. Esta transmisión incluye un sistema de tracción total llamado Active Drive Low que simula el efecto de una reductora. Permite un desarrollo muy corto de la primera marcha y modifica la entrega de par, retrasando el momento de cambiar a la segunda marcha. Con ello se consigue superar obstáculos en entornos forestales con mayor seguridad.
También hay otro sistema de tracción total, el Active Drive, para las versiones con cambio manual. En ambos casos, el eje de transmisión se une, de las ruedas traseras a las delanteras, mediante un embrague multidisco. Las opciones con tracción total cuentan también con el SelectTerrain, un sistema que actúa sobre el control de tracción, a través de cuatro programas: Automático, Nieve, Arena y Barro. La versión Trailhawk, con mayor equipamiento Off Road, incluye también el modo Roca. Y no hay que olvidad el control de descensos, que hace que el Renegade pueda bajas a velocidad constante por pendientes pronunciadas.
Todos estos sistemas de ayudas a la conducción dotan al pequeño crossover norteamericano de unas buenas capacidades fuera del asfalto, que no tienen muchos de sus rivales más directos. No llega al nivel de un Cherokee, mucho menos de un Grand Cherokee, pero se defiende de manera satisfactoria en zonas con un grado de exigencia relativamente al
Es difícil que algún usuario no encuentre un motor adecuado a sus necesidades. Jeep ofrece hasta ocho motorizaciones, entre gasolina y diésel, con potencias que van desde los 105 hasta los 170 caballos. La tracción puede ser delantera o 4x4 y, según versiones, puede montar un cambio manual de cinco o seis relaciones y otro automático de doble embrague y seis marchas o de tipo convertidor de par con nueve velocidades.
La oferta comienza con el 1.6 E-TorQ de 110 caballos. Este es eñ único motor que lleva acoplado el cambio manual de cinco marchas. Le sigue el 1.4 MultiAir con 140 y 170 caballos. El primero con cambio manual o automático de seis velocidades y el de 170 caballos lleva de serie el cambio de nueve relaciones. El de 140 caballos y cambio automático tarda 11 segundos para alcanzar los 100 km/h y un consumo medio de 5’9 litros. El más potente, en cambio, hace el 0 a 100 km/h en 8’8 segundos y declara un consumo medio de 6’9 litros.
La gama de motores diésel es la más completa. Ofrece dos mecánicas con cinco opciones diferentes. La primera es el 1.6 MultiJet con 105 o 120 caballos. La segunda es el 2.0 Multijet con 120, 140 y 170 caballos. La diferencia entre el 1.6 y el 2.0 de 120 caballos es la entrega de par a un régimen más bajo en el caso del 2.0. Todos van acoplados a un cambio manual de seis marchas, mientras que el cambio de nueve relaciones es opcional en el de 140 caballos y de serie en el de 170 caballos.