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Oferta reducida pero potente
Jeep tiene una larga tradición a sus espaldas en la producción de vehículos todoterrenos y el Grand Cherokee cumple a la perfección con esta faceta. No es un SUV pensado para viajar cómodamente por autovías y con el que practicar alguna excursión anecdótica por el campo, sino que es un auténtico 4x4 con mayúsculas. Esto se debe, principalmente, a la presencia de una caja reductora, condición sine qua non para que un todoterreno sea considerado como tal.
Además de la reductora, el Grand Cherokee equipa una serie de sistemas y ayudas a la conducción que facilitan la conducción por los terrenos más exigentes que se puedan presentar, como la tracción Quadra Drive II, el Select Terrain, que gestiona el control de tracción, y la suspensión neumática Quadra Lift, que permite elevar el vehículo hasta los 27’5 centímetros del suelo. A hay que añadir la presencia de dos diferenciales autoblocantes, delantero y trasero, y unos ángulos de carrocería impresionantes: 36 grados de entrada, 29’5 de salida y 23’5 grados de ángulo ventral.
Con todos estos ingredientes, es fácil imaginar las capacidades Off Road del Jeep. Gracia a ello, el Grand Cherokee, a pesar de sus más de 2’4 toneladas, es capaz de subir y bajar pendientes de hasta el 100%, sin que el conductor tenga que ocuparse del pedal del acelerador ni del freno. La extraordinaria eficacia Off Road del todoterreno norteamericano se completa con la presencia de diferenciales autoblocantes delanteros y traseros que le convierten en un vehículo muy eficaz fuera del asfalto. El sistema Select Terrain, además, permite adaptar la tracción a las condiciones del firme, con varios programas como Arena, Nieve u otro automático.
En autovía, el Jeep se convierte en un gran rutero con el que devorar kilómetros cómodamente. Es un vehículo claramente confortable, debido a sus suspensiones blandas. Pero este aspecto se vuelve en su contra a la hora de afrontar carreteras secundarias y reviradas, donde unido al elevado peso, se dejan sentir mucho los balanceos de la carrocería y el Grand Cherokee se muestra poco ágil.
El motor diésel de 250 caballos responde de manera suficiente, aunque puedan parecer poca potencia para 2.400 kilos. No tiene unas prestaciones sobresalientes pero sus 570 Nm de par hacen que el propulsor empuje bien entre las 2.000 y 4.000 vueltas. Va unido a un cambio ZF de ocho relaciones que funciona de maravilla, como es habitual en la firma alemana.
, cuyas potencias se mueven entre los 286 y 468 caballos. Los bloques de gasóleo son turbos mientras que los de gasolina son de aspiración natural y elevada cilindrada. La tracción es siempre a las cuatro ruedas y el cambio es automático de tipo convertidor de par con ocho relaciones, firmado por ZF.
La gama arranca con el 3.6 V6 de 286 caballos, que declara una aceleración de 0 a 100 km/h en 8’3 segundos y un consumo medio de 10’4 litros. Le sigue el 5.7 V8 HEMI con 352 caballos, que empuja al Grand Cherokee hasta los 100 km/h en 7’3 segundos y homologa un consumo medio de 13 litros. Por último, el motor más potente de todos, el 6.4 V8 HEMI con 468 caballos, capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 5 segundos y declarar un consumo en ciclo combinado de 13’5 litros.
Las versiones diésel son un bloque 3.0 V6 con dos niveles de potencia, 190 y 250 caballos. El menos potente, hace el 0 a 100 km/h en 10’2 segundos y declara un consumo mixto de 7 litros. El de 250 caballos acelera en 8’2 segundos hasta los 100km/h y declara un consumo medio de 7 litros.