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Rendimiento mejorado
Aquí es donde consigue destacar también el XE gracias al uso del aluminio en su arquitectura principal (el chasis es un 75% de aluminio tal como cuenta el medio Top Gear) así como en la suspensión (de doble horquilla en el eje delantero y multibrazo en el trasero), como también ocurre con el XF. La experiencia de conducción se traduce en una experiencia menos deportiva que el Serie 3 de BMW, pero más que en el Clase C de Mercedes, encontrando un buen equilibrio.
La dirección es la misma dirección asistida eléctrica que llevan todos los modelos de Jaguar, teniendo por tanto el mismo comportamiento preciso y linear – aunque no otorga la experiencia de conducción más intensa del mercado, eso sí. Otra cosa que se ha conseguido hacer bien es el aislamiento del ruido, pues apenas se nota el sonido del viento ni las del rozamiento con las de la propia carretera, sonando en todo caso el motor cuando sube de vueltas.
Según el medio Kilómetro 77, la tracción total (presente en algunas versiones del XE) es de tipo conectable, activándose de manera automática cuando el coche detecta falta de adherencia (en situaciones normales el coche actúa como tracción trasera). De manera opcional tiene el Adaptative Surface Response, una variante del Terrain Response de los Land Rover Range Rover.
El comportamiento de los motores, que ya era bueno de por si en su lanzamiento, ha sido mejorado y optimizado para la gama de 2017. El XE cuenta con varias opciones de motores diesel y gasolina, todas siendo motores turbo salvo el tope de gama, que emplea un supercharger – marca de la casa británica, siendo también un motor visto en el Jaguar F-Type. La mayoría vienen con cambio automático de ocho marchas.
Todos los gasolina vienen con el cambio automático de ocho velocidades, incluso desde el 2.0 de 200 caballos. También está disponible una versión de 250 caballos (con tracción trasera o tracción total) y el 3.0 V6 Supercharger con 380 caballos. El mayor problema de estos motores es su elevado consumo medio, pese a que su funcionamiento en sí es mucho más refinado que los diesel.
El diesel 2.0 de entrada cuenta con 163 caballos y un nivel de potencia superior con 180 caballos, siendo el de 163 caballos el único que no tiene el automático de ocho como transmisión de serie (en su lugar tiene una manual de seis marchas). El diesel más potente es el 2.0 de 240 caballos, pero su problema principal es común a todos los diesel del XE: un nivel de ruido mucho mayor que en los gasolina, tanto en marcha como al ralentí.