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Oferta equilibrada
El Skoda Scala está construido sobre la misma plataforma que emplean modelos de segmento inferior, como el SEAT Ibiza y el Volkswagen Polo, aunque alargada para el compacto checo. Esto hace que su comportamiento en carretera no sea tan bueno como algunos de sus rivales del segmento C, pero tampoco malo, en absoluto. Cumple con lo que la gran mayoría de conductores espera de un coche de este nivel.
En curvas se muestra poco ágil, pero aplomado. Transmite seguridad y la dirección guía perfectamente el coche, aunque está muy asistida y la información que transmite de lo que ocurre debajo de las ruedas es casi nula. Si se entra muy rápido en una curva cerrada, aparece el subviraje típico de un vehículo de tracción delantera, pero las ayudas electrónicas intervienen para devolverlo a la trayectoria.
El cambio manual es muy satisfactorio, la palanca está bien situada al alcance del conductor y los recorridos son suaves. El cambio DSG es rápido y discreto cuando se circula a baja velocidad. Incluye levas en el volante para seleccionar las marchas de forma manual y transmitir un punto de dinamismo.
La oferta de motores del Skoda Scala no destaca por ser potente, pero sí es equilibrada y suficiente para el uso al que está proyectado. En total son tres mecánicas, con versiones de gasolina y una diésel. Todas cuentan con tracción delantera y el cambio puede ser manual con seis velocidades o automático DSG de doble embrague y siete relaciones.
Más adelante, la gama se completará con un tercer motor de gasolina 1.0 TSI de 95 caballos y, a finales de año, llegará un 1.0 G-TEC de 90 caballos movido por gas natural y con etiqueta ECO de la DGT. En cambio, no existirán motores electrificados, ya sea híbridos, híbridos enchufables o Mild-Hybrid, porque no lo permite su plataforma.
En primer lugar, tenemos un motor de tres cilindros 1.0 TSI que desarrolla 115 caballos y 200 Nm de par, entre las 2.000 y 3.500 vueltas. Declara un consumo medio de 5 litros y unas emisiones de CO2 de 113 gr/km. El más potente es un bloque 1.5 TSI de cuatro cilindros con sistema de desconexión de cilindros. Desarrolla 150 caballos y 250 Nm de par, entre 1.500 y 3.500 revoluciones. Homologa el mismo consumo y emisiones que el anterior.
El diésel es el conocido motor 1.6 TDI de 116 caballos y 250 Nm de par, entre 1.500 y 3.250 vueltas. El consumo medio homologado es de 4,2 litros, mientras que las emisiones de CO2 se quedan en 108 gr/km.
El Skoda Scala está construido sobre la misma plataforma que emplean modelos de segmento inferior, como el SEAT Ibiza y el Volkswagen Polo, aunque alargada para el compacto checo. Esto hace que su comportamiento en carretera no sea tan bueno como algunos de sus rivales del segmento C, pero tampoco malo, en absoluto. Cumple con lo que la gran mayoría de conductores espera de un coche de este nivel.
En curvas se muestra poco ágil, pero aplomado. Transmite seguridad y la dirección guía perfectamente el coche, aunque está muy asistida y la información que transmite de lo que ocurre debajo de las ruedas es casi nula. Si se entra muy rápido en una curva cerrada, aparece el subviraje típico de un vehículo de tracción delantera, pero las ayudas electrónicas intervienen para devolverlo a la trayectoria. El cambio manual es muy satisfactorio, la palanca está bien situada al alcance del conductor y los recorridos son suaves. El cambio DSG es rápido y discreto cuando se circula a baja velocidad. Incluye levas en el volante para seleccionar las marchas de forma manual y transmitir un punto de dinamismo.