El todoterreno más auténtico
Los todoterrenos auténticos se han convertido en una especia en vías de extinción. Son una víctima más del auge de los SUV y apenas quedan algunos pocos ejemplares en el mercado. Uno de ellos es el Jeep Wrangler, el heredero del mítico Willys del ejército estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, del que conserva el estilo y la eficacia en los terrenos más abruptos que podamos imaginar. Es un coche que no tiene ningún rival directo. Por capacidades Off Road, sólo el Mercedes Clase G o el Range Rover están a su altura, pero ambos pertenecen a segmentos superiores y son mucho más caros.
La estética del Wrangler es una auténtica oda al clasicismo. Sus formas rectas y cuadradas, sus enormes pasos de rueda, las partes de la carrocería desmontables, como las puertas y el techo, además del parabrisas que se puede abatir hacia adelante, el frontal sencillo, con las siete franjas verticales y los faros redondos y la zaga totalmente vertical recuerdan al Jeep Willys, el primer Jeep de la historia, que utilizó el ejército de E.E.U.U. en la Segunda Guerra Mundial.
El interior es absolutamente espartano y desprovisto de lujos. La pantalla del sistema de infoentretenimiento es el único equipamiento destacable del Wrangler. También cuenta con mandos multifunción en el volante y poco más. El resto del habitáculo es sencillo y preparado sólo para excursiones por el campo.
A nivel de motores, el Wrangler está disponible con dos motores, uno diésel de 200 caballos y otro de gasolina con 284 caballos, sólo con algunos acabados. Está perfectamente dotado para circular por superficies difíciles y superar todo tipo de obstáculos. Para ello, cuenta con reductora, una altura libre al suelo de 26 centímetros, unas suspensiones perfectas, con amplios recorridos, tracción total, control de descensos y bloqueos de diferencial, entre otros elementos. Está disponible con dos tipos de carrocerías: la de 2 puertas con 4 asientos y la Unlimited, de 4 puertas con 5 asientos.