IVA incluido Servicio en concesionarios oficiales Impuesto de circulación incluido Garantía incluida a nivel nacional Incluye matriculación
El corazón también viene de Alemania
El QX30 se diferencia en las pruebas dinámicas de sus rivales en el segmento de los crossover por tener una suspensión mucho más rígida de lo habitual, más que en el Clase GLA e incluso más que el BMW X1. Esto hace que tenga un paso por curvas mejor, además de minimizar el balanceo de la carrocería.
Pero es más sorprendente si cabe son las medidas del Infinity QX30. Que todo esto lo haga un coche con 20,2 centímetros de altura, cuando el X1 tiene 18,3 centímetros y el GLA 13,4 (16,4 si equipa el paquete Off-Road).
Ahora bien, a cambio de tener esta estabilidad, la suspensión rígida hace que sea menos apropiado para carreteras bacheadas puesto que no los absorbe con la misma efectividad – en definitiva, que se nota más cada desnivel de la carretera, por no hablar de los terrenos fuera de ella. Por tanto, es obvio que estamos ante un coche pensado para utilizarlo más por carretera o incluso ciudad que un crossover con el que irse con comodidad por el campo.
Eso sí, de serie trae tracción a las cuatro ruedas, lo que hace que tenga más agarre en situaciones deslizantes (como por ejemplo cuando se circula sobre lluvia). Cuando falta agarre detrás, el repartidor de par envía hasta un 50% de la potencia al eje trasero para que sea más fácil retomar el control del coche.
Infiniti ha optado por darle un solo motor al QX30: el 2.2 diésel proveniente de Mercedes-Benz, como muchas otras partes del coche. Esto significa que, al contrario de lo que ocurre en el resto de modelos de la marca, no puede equipar ningún propulsor de gasolina. Ni siquiera hay opción híbrida como con el Q70.
El único motor que se puede encontrar debajo del capó de este crossover es el 2.2 diésel de origen Mercedes-Benz (de la familia OM651), utilizado en muchos propulsores desde 2008. En el caso del QX30 entrega 170 caballos de potencia y un par motor de 350 Nm entre 1.400 y 3.400 revoluciones por minuto. Se trata de un propulsor que monta también el Q30 en sus versiones de más alta gama, así como el Q70, el Clase GLA y otros modelos de Mercedes-Benz como el Clase A o el Clase C.
Es un motor que se ha estado refinando con el paso de los años para reducir tanto sus cifras de consumo como sus vibraciones – un problema típico de los diesel, sobre todo en frío – y el ruido que emite. En términos de prestaciones puede entregar una cantidad de fuerza más que suficiente para este coche, teniendo unas cifras medias homologadas de 4,9 litros a los cien.