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Papel residual para el diésel
Las principales bondades del nuevo Ford B-Max al volante están en la comodidad que se percibe en su conducción y, sobre todo, sus contenidos consumos, para muchos los mejores de su categoría. Los compañeros de Autopista destacan este aspecto, así como el poco ruido y vibraciones que generan la mayoría de sus propulsores, una faceta en la que se encuentra mejor incluso que el Ford Fiesta, que es un vehículo mucho más pequeño. Si se van a realizar desplazamientos largos con carga, lo mejor es optar por los motores más potentes, ya que si se tira por lo económico, tendremos el problema de que el motor termina sufriendo a velocidades más elevadas.
En la misma línea, la ausencia de una sexta velocidad en la caja de cambios manual es otro punto que quizás podría mejorarse, aunque en Ford señalan con criterio que esto es así porque el Ford B-Max ha de concebirse como un monovolumen para la ciudad. Sin embargo, son muchos los conductores que cuando escuchan la palabra monovolumen, se imaginan a un coche que se mueve con mucha comodidad a 120 km/h y en sexta velocidad, algo que no sucede en el B-Max.
El Ford B-Max 2018 es un monovolumen pequeño del que se entiende que se vea mucho por las grandes ciudades. Al preveerse una conducción urbana en su mayor parte, Ford ha decidido apostar claramente por ofrecer una amplia de motores gasolina y solamente una especificación diésel con el objetivo de que la mayor parte del público que se sienta interesado por el B-Max se decante por la gasolina en lugar del gasóil.
En total son tres los motores de gasolina que se pueden equipar sobre el nuevo B-Max, aunque seguramente el más atractivo de todos sea el 1.0 EcoBoost, no sólo por la buena crítica con la que cuenta este propulsor, sino porque también se oferta con tres opciones de potencia de 100, 125 y 140 CV respectivamente. Los consumos facilitados por Ford se mueven en torno a los 5 litros por cada 100 kilómetros.
Por otro lado, también se puede optar por el bloque 1.4 de la familia Duratec que ofrece una potencia de 90 CV. Con esta especificación también se puede elegir una versión con GLP destinada a aquellos que realicen muchos kilómetros y estén tentados de cambiarse al diésel. Los consumos son de 6 litros para el bloque estándar de gasolina y de 7,9 litros en el caso del de GLP.
Por último se encuentra el motor Duratec 1.6 TI-VCT de 105 CV, el único propulsor que se puede montar con una caja de cambios automática de 6 velocidades tipo PowerShift de Ford. Su consumo estimado es de 6,4 litros a los 100.
Los motores diésel quedan reducidos a un segundo plano dentro de la gama de opciones disponible con el nuevo Ford B-Max. Solamente se puede equipar con una única especificación, el 1.5 TDCi de 95 CV que, en función del uso que se dé a este monovolumen, puede quedarse algo corto de prestaciones al volante de un conductor ciertamente exigente. En su favor tiene un consumo combinado fantástico (4 litros cada 100 kilómetros), que a buen seguro enamorará a los bolsillos más exigentes.