Simplemente, alucinante
El diseño del habitáculo parece estar sacado de los prototipos que Audi emplea en las 24 Horas de Le Mans. Una vez acomodados en los espectaculares asientos deportivos, a la vista queda la enorme pantalla TFT de 12’3 pulgadas del sistema Virtual Cockpit, personalizable en mil maneras, y que proyecta toda la información del coche, todo tipo de menús, el mapa del navegador y un sinfín de opciones. El volante presenta una forma achatada en la zona inferior, algo ya característico en los deportivos de Ingolstadt y que tiene sus defensores y sus detractores a partes iguales.
El salpicadero es bastante sencillo, no hay ninguna pantalla, ya que toda la información se maneja desde la instrumentación digital, y sólo aparecen dos salidas del aire y las ruletas del climatizador. En la consola central hay algunos botones para realizar algunas funciones básicas y la palanca del cambio parecida a la de los aviones. La calidad de todo el habitáculo es abrumadora, desde los materiales empleados, hasta el cuero en los asientos y paneles de las puertas, pasando por el exquisito nivel de los ajustes de todas las piezas.
Estamos en un deportivo de dos plazas, así que sólo pueden viajar dos personas. El espacio es bueno, aunque no muy holgado. Dos personas relativamente altas pueden viajar con comodidad sin tocar el techo con la cabeza, a pesar de 1’24 metro de altura. Los asientos tienen ajuste eléctrico y es fácil encontrar la posición ideal.
Al tener el motor colocado en la zona posterior, el maletero está ubicado delante. Tiene una capacidad de 226 litros, que es bastante reducida, pero está en la media con sus competidores. Sólo el Mercedes AMG GT dispone de un maletero mucho mayor, con 285 litros. En cualquier caso, nadie se compra este coche por el maletero.