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Un monovolumen amplio, cómodo y económico
El SsangYong XLV es un vehículo del segmento C, derivado del Tivoli, con el que comparte plataforma. Mide 4’44 metros de largo y, aunque tiene aspecto de SUV, la marca lo concibe como un monovolumen. Por tanto, tiene como principales rivales, el Citroën C4 Picasso, el Ford C-Max, el Kia Carens o el Toyota Verso.
Estéticamente, el parecido con el Tivoli es evidente, incluso, podría decirse que es un Tivoli más grande. El frontal conserva la calandra estrecha y horizontal y los faros con iluminación halógena, pero con luz diurna LED en el borde superior. Son diferentes los paragolpes, más originales y con luces antiniebla en los extremos. En la vista lateral llama la atención un recurso estilístico muy de moda y que consiste en separar el techo de los montantes laterales, como se aprecia en el grueso pilar C, creando el efecto de techo flotante. La zaga destaca por una amplia luneta que abraza las esquinas y unas ópticas muy grandes.
El interior es amplio, aunque no más que otras alternativas. La calidad de materiales no es muy alta pero es correcta, así como el nivel de ajuste de las diferentes piezas. En cambio, donde el XLV destaca sobre sus rivales en el maletero, con una capacidad de nada menos de 720 litros, el más grande de sus rivales y un volumen más propio de grandes SUV o monovolúmenes de segmentos superiores.
Mecánicamente, el XLV cuenta sólo con dos motores, uno de gasolina de 128 caballos y otro diésel de 115 caballos. Puede llevar asociada una transmisión manual o automática de convertidor de par, ambas de seis marchas y en ningún caso puede contar con tracción a las cuatro ruedas. Ofrece un rodar confortable en carretera, gracias a unas suspensiones blandas, y con el motor diésel es posible devorar kilómetros con un consumo muy bajo.