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Modularidad y comportamiento en carretera
Estéticamente, el Skoda Karoq se parece mucho al Ateca. El elemento más singular lo encontramos en el frontal, caracterizado por unos grupos ópticos horizontales, partidos en dos, que crean el efecto de doble faro. Opcionalmente, pueden tener iluminación LED. El resto, sigue el mismo lenguaje de diseño de otros modelos del fabricante checo, con la parrilla horizontal de lamas verticales y un paragolpes con una gran toma de aire.
La línea del Karoq, por lo demás, se asemeja mucho a la del SUV español, un parecido muy razonable que se percibe en la parte posterior, tanto en el diseño del portón, como el de las ópticas, aunque en el caso del Skoda Karoq, son más elaboradas, con un borde LED en forma de C. La zona inferior de la carrocería y los arcos de las ruedas cuentan con protecciones de plástico en negro que acentúa la imagen de todoterreno del modelo.
El interior del Skoda Karoq está en consonancia con el resto de modelos checos, es decir, la sobriedad es el gran protagonista. Sin embargo, cuenta con una gran novedad de carácter tecnológico, ya que es el primer modelo que puede incluir un cuadro de instrumentos totalmente digital, el Digital Cockpit de 12’3 pulgadas que proyecta toda la información del coche y puede ser configurable. La habitabilidad es muy buena, como acostumbra Skoda, y tiene un maletero de 521 litros, de los mejores de su categoría.
La gama de motores está compuesta por dos de gasolina y dos diésel, con potencias entre 115 y 150 caballos. El Karoq también dispondrá de un motor diésel de 190 caballos. Además, las versiones más potentes pueden tener tracción total y una serie de ayudas para una conducción fuera del asfalto, como control de descensos, bloqueo de diferencial y protecciones de la carrocería y partes de la mecánica.