La firma de la casa
El diseño del interior no deja a lugar a dudas de que se trata de un Mini, portando el mismo habitáculo repleto de formas redondas tanto en el salpicadero como en la consola central y en los mandos que lo forman. La consola sobresale del resto de elementos de manera que da a lugar a un conjunto muy vistoso, además de estar iluminado por todas partes – de hecho, cuando se abre la puerta se proyecta el logo de la marca hacia debajo, como si de una alfombrilla virtual se tratase.
En cuestiones de infoentretenimiento, todo se basa en la pantalla táctil redonda que se encuentra en el centro del habitáculo, un sistema efectivo aunque puede ser complicado de manejar las primeras veces que se utilice. No obstante, ofrece sistemas similares a los de otros vehículos como navegador o emparejamiento con diferentes dispositivos móviles.
Comparado con los otros modelos de Mini, el Countryman tiene la ventaja de ofrecer un espacio mucho mayor, albergando con mucha mayor solvencia a los pasajeros de las filas de asientos trasera donde en el Cooper podrían estar incluso agobiados. De hecho, ha conseguido incluso más espacio para los pasajeros que en la segunda generación lanzada en 2014.
Uno de los grandes logros de este coche es el de haber logrado 100 litros más de espacio en el maletero comparado con la generación anterior, llegando ahora a los 450 litros. Con este espacio extra supera al Opel Mokka X, el Suzuki S-Cross, el Mazda CX-3, el Fiat 500X, el SsangYong Tivoli o el Opel Crossland X. Aún así hay rivales que le superan como el Skoda Yeti (510 litros), el Fiat 500L Trekking (455 litros) o el Honda HR-V con 470 litros de espacio.