Aspecto convencional y habitabilidad reducida
Suele ser habitual que los coches eléctricos presenten unos diseños extravagantes, tanto en el exterior como en el interior, para diferenciarse rápidamente de los coches convencionales. Así ocurría con la primera generación del Nissan LEAF. En este caso, para la segunda generación, Nissan ha apostado por un aspecto que se parece mucho al resto de productos del fabricante.
Así, el interior del Nissan LEAF luce un diseño más funcional, minimalista, con cuadro de instrumentos analógico que incluye una pantalla con información sobre la batería y el funcionamiento del motor eléctrico. En el centro del salpicadero hay una pantalla para el sistema de información y entretenimiento, similar a la de otros modelos de Nissan. Esta pantalla incluye diferentes opciones de conectividad, navegador y es compatible con Apple Car Play y Android Auto.
La calidad de los materiales está en consonancia con el resto de la gama de Nissan. El habitáculo del compacto eléctrico está revestido, en la mayor parte de las superficies, por plásticos rígidos, más agradables al tacto en las zonas superiores que en las menos visibles. En líneas generales, la sensación de calidad es correcta.
Pese al aumento de tamaño, con respecto a la generación anterior, el Nissan LEAF mantiene la misma distancia entre ejes, 2’70 metros. Esto hace que la habitabilidad interior no haya cambiado. El espacio para los pasajeros es bueno en las plazas delanteras y más reducido en las traseras. Dos adultos pueden viajar bien atrás, no así tres ocupantes.
Lo que sí ha mejorado y considerablemente el Nissan LEAF eléctrico es la capacidad del maletero. Ahora ofrece 435 litros, una cifra muy buena para tratarse de un compacto del segmento C y eléctrico, más propia de un SUV.