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Como ya ha ocurrido en otras generaciones del MX-5, Mazda se ha limitado a ofrecer su vehículo estrella con dos motorizaciones diferentes, ambas gasolina. Destaca sobre todo que sean propulsores gasolina de alta cilindrada, mostrando que Mazda ha decidido no dejarse llevar por la corriente del downsizing (utilizar motores turbo de menor cilindrada que ofrezcan una potencia similar a cambio de prestaciones de motor turbo y menores cifras de consumo de combustible).
La oferta del MX-5 2018 comienza con el 1.5 Skyactiv-G, un atmosférico gasolina de 130 caballos que sirve de modelo de entrada y recuerda a los MX-5 de otras generaciones tanto por su simpleza como por la propia potencia que tiene. Ahora bien, la manera en la que sube de vueltas, la manera en la que suena y la manera en la que trabaja en la carretera con el chasis le da un feeling único, algo que ni siquiera Fiat ha podido replicar con el 124 basándose en el mismo chasis (el 124 usa un motor turbo).
Por otro lado, Mazda cuenta también con el 2.0 de 160 caballos, que de inmediato muestra tener más brío que el 1.5 sin que tenga un consumo mucho más alto (6,8 a los 100 el 1.5 y 7,4 el 2.0, según Kilómetro 77). Lo que sí se ha conseguido es hacer que el motor tope de gama sea mucho más refinado que el de la anterior generación, reduciendo mucho las vibraciones y le es más fácil llegar al corte de inyección (que llega a las 6.800 revoluciones por minuto).