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Queda claro que el Citroën C5 no es un mal coche, pero la falta de renovación ha hecho que se quede desfasado con respecto a la competencia, teniendo rivales fuertes que llevan varias décadas (más que el propio C5, que ya de por sí es uno longevo). A nivel de mecánica le cuesta competir entre otros coches nuevos, sobre todo si sólo tiene dos motores diesel y ninguna alternativa gasolina.
Pese a todo, como alternativa de coche grande y barato sigue cumpliendo su función y los motores que utiliza ahora no se deprecian tanto en el mercado de coches de segunda mano. Por sus características y el comportamiento de la suspensión, está claro que el C5 puede tener un buen protagonismo si se usa mucho por carretera.