El Mazda CX-3 es un coche muy particular. Se trata de un SUV urbano, un crossover de un tamaño muy contenido que aparentemente no destaca mucho en cuanto a matriculaciones. Sin embargo, llegó al mercado cuando ya había una oferta considerable en su segmento; y no solo se ha abierto paso, sino que en su…
El Mazda CX-3 es un coche muy particular. Se trata de un SUV urbano, un crossover de un tamaño muy contenido que aparentemente no destaca mucho en cuanto a matriculaciones. Sin embargo, llegó al mercado cuando ya había una oferta considerable en su segmento; y no solo se ha abierto paso, sino que en su primera renovación apenas ha necesitado modificaciones para seguir al día y conquistando a los potenciales compradores. Pero, ¿cuáles son los encantos de este coche? ¿Qué tiene para gustar tanto? Lo descubrimos en esta prueba del Mazda CX-3 2018.
Filosofía KODO para el Mazda CX-3
El Mazda CX-3 es uno de los SUV compactos más atractivos del mercado. De hecho, quizá su característica que llame más la atención a primera vista es su diseño, ya que tiene una filosofía propia pero sigue la línea de diseño familiar de Mazda, denominada KODO – Alma en movimiento. Lo cierto es que sabe diferenciarse del resto de los modelos de la firma nipona pero conservando una imagen individualizada.
Su aspecto desde un primer momento es poderoso, algo lógico si tenemos en cuenta que se trata de uno de los crossover urbanos con mayor tamaño. Pero para ello no necesita recurrir a formas musculosas, rudas y llenas de ángulos, sino que los trazos de su carrocería fluyen desde el frontal hasta la zaga. Tiene una longitud de 4,27 m, por una anchura 1,77 m y una altura de 1,53 m; y su distancia entre ejes llega hasta los 2,57 m.
En el frontal nos encontramos con un morro más propio de un deportivo, con unas proporciones extremadamente largas y una parrilla frontal de gran tamaño. Los faros están muy afilados, en consonancia con coches como el Mazda MX-5 o el recién presentado Mazda 3, toda una preciosidad. Ambas partes están unidas en su zona lateral, y en lo más bajo del paragolpes cuenta con unas protecciones plásticas ya clásicas en casi cualquier SUV actual.
Ya en la parte lateral, continúa con unas líneas que prosiguen con lo visto hasta ahora: suavidad ante todo. Las nervaduras en su perfil son bastante sutiles y lo que más sobresale en esta parte son los pasos de rueda, cubiertos por las mismas protecciones plásticas de las que dispone el parachoques de delante y que también dan robustez a la parte más baja de esta zona lateral.
La superficie acristalada en el Mazda CX-3 es muy baja; es decir, las ventanillas son muy pequeñas. Esto ayuda a dotar al diseño de una sensación aerodinámica y de fluidez mucho más acusada, lo que le hace más atractivo. Además, no pasa lo que ocurre en, por ejemplo, el Toyota C-HR, cuyos asientos traseros no son aptos para claustrofóbicos. Y el “techo flotante” (el pilar C está pintado de negro) aumenta la percepción comentada.
Ya en la zaga podemos observar unos pilotos con unas intenciones parecidas a las de las luces de delante debido a que, a pesar de ser rojos en casi su totalidad, cuentan con una imagen agresiva, muy afilada. El portón es limpio y de nuevo los nervios de la carrocería brillan por su ausencia. Y en la zona inferior de nuevo aparecen las protecciones plásticas. Sin embargo, ahora están acompañadas por dos atractivas salidas de escape, una a cada lado.
Mazda CX-3: un interior conocido y de calidad
Si hay algo por lo que este japonés cueste un poco más que sus competidores más inmediatos es por la sensación de calidad y ajustes que se percibe desde el primer momento en el que te montas en el coche. Tanto es así que no anda demasiado lejos de otros coches alemanes con mucho más caché y aceptación entre los potenciales clientes, y los cuales tienen un precio de compra notablemente más elevado.
Las formas del habitáculo recuerdan a las de otros modelos de la marca de Hiroshima y huyen de lo visto precisamente en esos otros coches germanos, llenos de simetría y con una ergonomía que puede llegar a rozar lo soso. El Mazda CX-3, por el contrario, es un vehículo que en cuanto te acostumbras a sus principales mandos (algo que te llevará como mucho 10 minutos) resulta mucho más original.
En la instrumentación no hay pantalla alguna, así que la digitalización no ha llegado todavía a los relojes encargados de mostrar la velocidad a la que se circula y las vueltas a las que gira el motor. De todas formas, sí que podemos observar una pequeña pantalla LCD con información relativa al ordenador de a bordo, encargado de medir, por ejemplo, el consumo de combustible. Y nuestra unidad dispone de Head-Up Display, que facilita la visualización de datos como la velocidad o las indicaciones del sistema de navegación.
Lo que más destaca es una gran pantalla táctil multimedia de 7 pulgadas que sobresale del salpicadero, pero que no está mal integrada del todo, aunque podría estar mejor en este sentido. Ofrece conectividad con cualquier teléfono móvil inteligente del mercado, pero es mejorable en cuanto a lo intuitivo del menú y en lo relativo a la rapidez de respuesta a las órdenes táctiles. No es lenta, ni mucho menos, pero podría ser mejor. Eso sí, su visibilidad desde el asiento del conductor es de diez.
Los asientos son comodísimos, aunque bien es cierto que podrían recoger un poco más en las curvas. Además, los huecos en su interior, como los que están en los bolsillos de los paneles interiores de las puertas o en la consola central, no son muy grandes, pero para meter la cartera, las llaves y un par de teléfonos móviles dan de sobra. Guantera aparte, claro, que tiene las dimensiones tradicionales.
En la parte trasera, las plazas no son especialmente amplias, y este es quizá el “lunar” más importante que encontramos en el nuevo Mazda CX-3 2019. Tres adultos no irán cómodos por anchura, lo que significa que en la práctica estamos ante dos asientos. La altura libre para las cabezas sí que resulta suficiente, pero tampoco es apropiada para personas que midan más de 1,85 m de altura, o chocarán con el techo.
El espacio disponible en el maletero, a pesar de seguir la tónica vista en las plazas traseras, sí que se asemeja al de otros compañeros de categoría. No obstante, no se trata ni mucho menos del que más amplitud tiene, ya que exhibe unos suficientes 350 litros de capacidad. Esta cifra aumenta si abatimos la fila de asientos posterior en una disposición de 60/40, caso en el que contamos con 1.260 litros de capacidad.
Así va en marcha el Mazda CX-3
Y si el exterior y el interior del Mazda CX-3 te han gustado tras poner en la balanza sus pros y sus contras, en cuanto pruebes este SUV urbano, al menos en lo que respecta a la versión que nosotros tenemos entre manos, te va a enamorar. Olvídate del traqueteo de los motores diésel y di hola a un motor de gasolina atmosférico (sin turboalimentación) de 2.0 litros y unos 120 CV de potencia que dan de sobra para mover con brío al CX-3.
Durante todos estos años ha resultado algo extraño que Mazda no se subiese al carro de la sobrealimentación y el downsizing (motores pequeños y con turbo para, en teoría, mejorar el consumo y las emisiones). Pero el paso del tiempo ha acabado dándole la razón al fabricante japonés: esta moda ya pasó y sus propulsores con tecnología Skyactiv están más vivos que nunca; si bien los diésel sí que cuentan con turbo.
El caso es que utilizando una relación de compresión muy alta, el resultado ha sido excelente. Con esta combinación, que dispone de tracción delantera y de una caja de cambios manual de seis velocidades ligada al mencionado propulsor, el consumo medio de combustible homologado es de poco más de 6 l/100km, una cifra muy real. Mientras tanto, las emisiones contaminantes de CO2 se quedan en los 141 g/km.
La dirección es tan directa como en el resto de modelos de Mazda y su comunicación en relación a lo que tenemos debajo de los neumáticos es muy alta, sobre todo si la comparamos con la gran mayoría de vehículos que se venden hoy en día. La suspensión, por su parte, evita de forma eficaz los balanceos de la carrocería en los cambios de apoyo en curva y además es cómoda al pasar por un firme bacheado.
En este sentido, podría decirse que el Mazda CX-3 es un SUV urbano enfocado a las sensaciones de conducción, pero sin dejar de lado la comodidad de sus ocupantes. Al hundir el pedal del acelerador no notarás el empujón de una mecánica con un turbo, pero sí lo lleno de energía que está en todo el rango de revoluciones y, especialmente, lo que le gusta subir de vueltas y lo confiado que se siente hasta llegar al corte de inyección. Y eso con una transmisión manual con la que da gusto jugar gracias a sus inserciones cortas y precisas.
En concreto, esta unidad es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 9 segundos y de alcanzar una velocidad máxima de 192 km/h. No son prestaciones de deportivo, pero dan de sobra para divertirse al volante. Lo mejor a la hora de configurar este coche es que se puede escoger también con una caja de cambios automática y/o con una tracción a las cuatro ruedas, dependiendo de la versión. Aunque no nos engañemos, el Mazda CX-3 es un animal de asfalto.
Conclusión del Mazda CX-3
El Mazda CX-3 es un vehículo idóneo como segundo coche familiar, pudiendo hacer las veces en prácticamente todas las situaciones de primero. Lo único que le falta para utilizarlo como coche principal para una familia de al menos tres miembros (para una pareja es simplemente perfecto) es algo más de espacio en su habitáculo y un maletero y poquito más grande, pues tanto las plazas traseras como el maletero podrían quedarse un poco pequeños.
Dicho esto, el Mazda CX-3 es un SUV urbano de mucha calidad y, aunque no sea de los más vendidos en nuestro país, tanto por calidad de los materiales de su interior como por el rendimiento de su mecánica atmosférica de gasolina es mucho mejor que la gran mayoría de rivales. Casi la totalidad de ellos recurren a la turboalimentación y son menos refinados y cómodos en marcha que el Mazda CX-3.
En lo que respecta a la tecnología que incorpora, el Mazda CX-3 tiene un precio algo más alto que otros crossover pensados para su uso en ciudad, pero eso es porque su equipamiento de serie es tremendamente amplio. Así las cosas, desde la versión inicial incluye elementos como control de crucero con limitador de velocidad, acceso sin llave o pantalla multimedia de 7 pulgadas, entre otros. Además, en función de la configuración escogida puede incorporar un cambio automático y/o una tracción a las cuatro ruedas.
Puntos positivos y negativos del Mazda CX-3
+ Rendimiento y consumo del motor atmosférico.
+ Comodidad en marcha y equipamiento de serie.
+ Calidad de fabricación y diseño exterior.
– Espacio disponible en el interior
– Precio más alto que el de sus rivales.
– Único motor diésel de 115 CV.
Nota Carnovo: 9