Prueba del Mazda CX-5: un buen compañero para todo

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En un mercado automovilístico español en el que se han asentado, por un lado, las marcas generalistas tradicionales, y por otro, los fabricantes de vehículos premium alemanes (me refiero a Mercedes-Benz, BMW y Audi), hay un limbo en el que se encuentran marcas como Volvo o Mazda. Y precisamente de este último os voy a hablar, ya que durante los últimos días hemos tenido la oportunidad de realizar una prueba del Mazda CX-5.

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Prueba del Mazda CX-5 2.5 Skyactiv-G: calidad y buen comportamiento

En esta prueba del Mazda CX-5 hemos comprobado lo bien que le ha sentado al SUV más grande de la firma de Hiroshima su último lavado de cara. Con él ha llegado un nuevo motor, se ha incidido en refrescar su diseño, y se ha aumentado el catálogo de equipamiento y la calidad de sus materiales. De este modo, se acerca más estéticamente al del resto de coches de Mazda, que por otro lado cuentan con personalidad propia a pesar de su imagen familiar.

Interior del Mazda CX-5

El diseño de su habitáculo es simple, con no muchos botones y dos partes completamente simétricas. Como he dicho, la calidad de los materiales que lo conforman está claramente por encima de la media, y tanto el volante como el diseño del salpicadero es nuevo. Mención especial merece una pantalla multimedia de 7” muy intuitiva y unos asientos de cuero muy cómodos calefactables y con regulación eléctrica.

Algo que me ha sorprendido muy gratamente en cuanto a dinámica de conducción es la suspensión. Sabe contener muy bien el balanceo de la carrocería en un vehículo que mide nada menos que 1,67 m de alto. Sin embargo, al pasar por un asfalto lleno de baches, sobre badenes o guardias tumbados, e incluso en conducción offroad, evita que lleguen vibraciones molestas a la espalda de los pasajeros.

La dirección es precisa y no tiene mucho juego muerto, pero a mi modo de ver está demasiado asistida eléctricamente. Esto es algo normal en muchos de los coches modernos, salvo en los más deportivos, pero eso tampoco significa que haya que pasarlo por alto. En modo Sport, que ofrece una configuración más deportiva, mejora, pero tampoco lo hace de manera sustancial.

Prueba del Mazda CX-5 2.5 Skyactiv-G: a contracorriente

Hace unos años todas las marcas, o prácticamente todas, se subieron al carro del downsizing: motores con una cilindrada pequeña y un turbo que le diese “alegría” para conseguir un consumo y unas emisiones contaminantes más reducidas. Mazda dijo no, y el tiempo ha acabado dándole la razón. Dejando de lado el sorprendente consumo que obtiene el Mazda MX-5, en esta prueba del Mazda CX-5 hemos comprobado que la fórmula utilizada por la firma nipona sigue funcionando a la perfección.

Monta un bloque de 2.5 litros y cuatro cilindros de la familia Skyactiv-G y, dadas sus características, es realmente sorprendente que su consumo medio de combustible ronde los 8 u 8,5 l/100km. No son los 7,1 l/100km que homologa, pero no se queda lejos; y resulta una cifra muy satisfactoria para un propulsor que entrega 194 CV de potencia, 257 Nm de par motor máximo y que mueve un conjunto de casi tonelada y media con tracción a las cuatro ruedas.

Plazas traseras del Mazda CX-5

La entrega de potencia, como en cualquier otro motor atmosférico, es progresiva. Al ralentí y a bajas vueltas es un motor muy silencioso y hasta llegar a las aproximadamente 3.000 rpm no muestra todo su carácter. No obstante, una vez sobrepasa ese punto el león dormido se despierta y ruge con toda su fuerza hasta llegar al corte de inyección. En este sentido, es un gasolina de los de toda la vida, no te da la patada de un turbodiésel.

El cambio de marchas es de convertidor de par, tiene seis velocidades y a pesar de que no resulta realmente rápido es bastante agradable… si no se exige mucha potencia a través de pisar a fondo el acelerador. En caso de hacerlo el coche corre que se las pela, pero emite un sonido de motor revolucionado no muy placentero. Eso sí, la película cambia por completo si se selecciona el modo Sport con el accionamiento de marchas manual.

Conclusión

No, el Mazda CX-5 2.5 Skyactiv-G no es el coche más indicado para circular por dentro de la ciudad debido a sus dimensiones y a su motorización. Sin embargo, sí que permite ir a la compra o llevar a los niños al colegio sin mayores problemas, llevar de vacaciones a una familia entera con todo su equipaje, adentrarse en una carretera de curvas sin el balanceo propio de un turismo tan alto… y meterse en terrenos farragosos fuera del asfalto sin miedo a que no responda, pues con la tracción total va realmente bien fuera del asfalto.

Por otro lado, se encuadra en un escalón por encima de las marcas de coches generalistas por equipamiento de serie, opcional y calidad de los materiales de su habitáculo. Quizá le falte todavía un punto más para equipararse al de los llamados fabricantes de vehículos premium, pero un precio sensiblemente inferior al de éstos le convierten en un candidato perfecto para su compra gracias a una sobresaliente relación entre precio y calidad.

Nota Carnovo: 8,5

Piloto trasero del Mazda CX-5