Citroën no ha esperado a calentar motores. El C5 Aircross acaba de levantar la persiana comercial y ya aparece con una oferta potente en su versión híbrida ligera con cambio automático, etiqueta Eco y un equipamiento que no suena precisamente a básico. El objetivo es claro, salir a morder en un segmento donde los rivales no dan tregua, con marcas europeas y chinas poniendo toda la carne en el asador.

La cifra que llama la atención es el precio. Desde 27.690 euros para un SUV de tamaño medio con tecnología híbrida ligera y cambio automático suena a movimiento agresivo. Más si añadimos una garantía que la marca publicita como uno de los ganchos del paquete. No es una promoción de fin de ciclo, llega cuando el modelo arranca su comercialización, así que el mensaje es directo. Venimos con ganas.
Clave en esta versión Eco es el conjunto híbrido ligero con tecnología de 48 voltios. Citroën recurre al cambio automático ë DCS6, una transmisión de doble embrague con un motor eléctrico integrado que apoya al motor térmico en las arrancadas y transiciones. El resultado no pretende ser una conducción cien por cien eléctrica, pero sí aporta un empujón inmediato y ayuda a reducir consumos y emisiones en el uso cotidiano. Se nota sobre todo en ciudad cuando se juega con el pedal a baja velocidad y en maniobras que el sistema resuelve con finura.

La etiqueta Eco no es una pegatina cualquiera. En muchas ciudades abre la puerta a aparcar con ventajas, a evitar restricciones en episodios de contaminación y a moverse con más libertad dentro de las zonas de bajas emisiones. Para un SUV familiar, con vida diaria urbana y escapadas de fin de semana, es un argumento con peso que se nota todos los días, no solo en la ficha técnica.
El cambio ë DCS6 cuadra muy bien con la filosofía de comodidad que Citroën ha convertido en seña de identidad. Cambios de marcha suaves, menos tirones y un puntito extra de empuje eléctrico cuando más se agradece. La marca hace tiempo que afina suspensiones y asientos para viajes largos sin fatiga, y ese enfoque encaja con un conjunto que prioriza la suavidad sobre la urgencia. Es un coche que invita a conducir sin estrés, que filtra bien y que no quiere ser más duro de lo necesario.

El equipamiento de esta oferta no se queda en lo justo. La idea es dar un contenido equilibrado que incluya ayudas a la conducción modernas, conectividad actual y el confort esperado en un SUV de esta talla. Frenada automática en ciudad, alerta de cambio involuntario de carril, control de crucero con funciones de asistencia y un sistema multimedia fluido con integración del móvil son elementos que ya forman parte del vocabulario básico en el segmento. Citroën tiene claro que vender hoy sin eso es navegar a contracorriente.

La competencia es todo menos tímida. A la mesa se sientan nombres muy asentados como Ford Kuga, Hyundai Tucson, Mazda CX 5, Renault Austral, Toyota RAV4 y Volkswagen Tiguan, junto a propuestas con precio afilado como MG HS. El C5 Aircross apunta a una franja en la que Tucson y Kuga suelen marcar el ritmo en volumen. Frente al RAV4 y el Tiguan, que juegan cartas de imagen, tecnología y valor residual, el Citroën contraataca con precio de entrada atractivo, etiqueta Eco y una promesa de confort que pocos discuten. Con MG ocurre lo contrario. El HS suele tirar de coste contenido y equipamiento abultado. Aquí Citroën busca capturar al cliente que quiere una marca europea con una garantía sólida y un tarado de chasis pensado para tragarse kilómetros sin castigar la espalda.
Frente a un híbrido autorrecargable puro, el sistema de 48 voltios no pretende circular en eléctrico durante kilómetros. Juega en otra liga. Menos complejidad, menor masa y un coste más contenido, pero con la ventaja de suavizar transiciones y recortar consumos en el día a día. En carretera el apoyo eléctrico ayuda a mantener el cambio en la marcha adecuada con menos titubeos y en ciudad el arranque y parada gana naturalidad. En términos de mantenimiento a largo plazo, un MHEV suele resultar familiar para cualquier taller oficial y no requiere enchufe ni hábitos nuevos en casa.

Este posicionamiento tiene otra lectura. Citroën quiere captar a familias que buscan un SUV cómodo y espacioso con etiqueta Eco, sin complicarse con cables ni infraestructuras de recarga. Un maletero generoso, plazas traseras de buen tamaño y un interior pensado para vivirlo también cuentan. Si a eso le sumas una garantía promocionada con orgullo, el conjunto entra por los ojos de cualquiera que haga números con la calculadora en la mano.
El empuje a rivales chinos no es un mensaje vacío. El mercado está lleno de ofertas que se apoyan en el precio y en listas de equipamiento interminables. Citroën responde con una propuesta bien afinada para Europa, con una puesta a punto que prioriza el confort y una etiqueta Eco que en nuestro entorno urbano suma beneficios reales. El precio de 27.690 euros redondea un lanzamiento con bastante sentido para quien quiera un SUV de corte racional sin renunciar a estrenar coche y a un cambio automático que encaja con su uso.

Queda por ver cómo evolucionan las promociones y si la gama añade versiones con más o menos potencia dentro del mismo esquema híbrido ligero. La pelea está viva y los contrincantes no van a quedarse quietos. Para el cliente final esa es la mejor noticia posible porque la carrera por ofrecer más por menos apenas ha empezado.


